El Regalo de los Católicos Latinos

Mi par de semanas aquí en San Antonio, Texas, en el Instituto Católico Mexicano-Americano, en donde estoy trabajando en mi elemental español, me ha dado una renovada apreciación por la cultura latina en los Estados Unidos.

Yo me erizo cuando alguien me pregunta acerca del "problema hispano" en la América católica. La vibrante presencia de los católicos latinos en nuestra Iglesia es difícilmente un "problema"! ¡Es un regalo!

Nuestros católicos americanos de México, de Centro y Sur América, y del Caribe, traen una vitalidad, un calor, una promesa a nuestra comunidad católica en general. Nosotros los necesitamos; nosotros los acogemos; nosotros los honramos y respetamos.

La fuerte fe católica de nuestros hermanos y hermanas hispanos no es un nuevo fenómeno para nosotros como católicos en los Estados Unidos. Nosotros los católicos de ascendencia mas "anglo" somos en realidad unos pequeñines comparados con aquellos de origen español. Nosotros en la Arquidiócesis de Nueva York estamos verdaderamente orgullosos de nuestros 201 años como diócesis. ¡Pero somos aun niños cuando usted considera que la fe católica en la América española ya tenia tres siglos de edad cuando nuestro primer obispo fue nombrado! El domingo pasado, yo visite cuatro iglesias misionarias aquí en San Antonio, cada una ellas siglos más antigua que nuestra propia "antigua" Catedral de San Patricio.

Nosotros vemos a nuestros compañeros católicos de Puerto Rico y de países tales como México, Puerto Rico, Colombia, la Republica Dominicana y Cuba con admiración y reverencia, a medida que reconocemos de manera gratificante que las raíces de su durable religión católica son mas profundas que las nuestras.

La bienvenida migración de hispanos católicos de otras partes de las Ameritas a los Estados Unidos nos recuerda también que nosotros somos aun una "iglesia inmigrante". Tal como pasadas generaciones de católicos en nuestra arquidiócesis acogieron y ayudaron a establecer a nuestros abuelos provenientes de Irlanda, Alemania, Polonia, Europa Central y Oriental, así mismo continuamos esa tradición y por tanto damos la bienvenida a aquellos inmigrantes quienes creen que la palabra "católico" significa "todos son bienvenidos", y que la invitación inscrita en la Estatua de la Libertad es efectivamente cierta. Y, por supuesto, este regalo de los inmigrantes hoy en día incluye gente no solo de las naciones latinas, sino también de çfrica, Asia y aun de Europa.

Con razón la comunidad puertorriqueña se regocija con nuestra propia Jueza, Sonia Sotomayor. Todos nosotros en el Nueva York católico deberíamos también regocijarnos. Ella estudió duro en la Escuela Elemental del Sagrado Sacramento y en la Escuela Secundaria Cardenal Spellman. Su querida madre se sacrifico para mandarla a esas escuelas y su propia hermosa fe católica dio a nuestra nueva Jueza de la Suprema Corte el carácter, valores y moral que ella mantiene consigo misma.

La Iglesia Católica en los Estados Unidos necesita la compañía y contribuciones de nuestros co-regionalistas latinos. No hay nada deprimente o estirado acerca de su fe. Sus familias se mantienen juntas, sus bebes son criados, sus celebraciones de los sacramentos son dinámicas. Ellos saben de que se trata la cultura de vida. Ellos también nos pueden ayudar a recobrar un profundo y cariñoso amor por nuestra bendita madre Maria, un sencillo reconocimiento del sacramento de penitencia, y una profunda creencia en la Presencia Real de Jesús en la Eucaristía.

¿Existen desafíos a nivel pastoral que nosotros como Iglesia enfrentamos en nuestro acercamiento a nuestros hermanos y hermanas hispanos? ¡Por supuesto! Necesitamos por ejemplo, mas sacerdotes, hermanas y hermanos quienes puedan predicar y ayudarles en su propia lengua.

Segundo, debemos servirles en sus necesidades, ya que a veces ellos no tienen viviendas adecuadas, alimento, servicios de salud, educación y oportunidades de empleo. La Iglesia siempre ha sido una aliada, y defensora, de los recién llegados a los Estados Unidos—¡ya qué todos pasamos por las mismas!—y no podemos fallarle ahora a nuestros vecinos quienes arribaron recientemente.

Tercero, nosotros admitimos de manera realistica que mientras, gracias a Dios, los hispanos católicos se mantienen leales a su fe, algunos desafortunadamente también están dejando a la Iglesia, especialmente atraídos por sectas de tipo fundamentalista. Nuestros generosos sacerdotes, hermanas y hermanos y lideres pastorales laicos al frente del ministerio hispano me dicen que no podemos mas sentarnos y esperar a que ellos vengan a encontrarnos: No, debemos tomar el mandato de evangelizaron seriamente e ir a buscarles para darles la bienvenida y mostrarles que la Iglesia, la cual esta en su sangre y anima su cultura, esta justo en la misma cuadra con ganas de darles la bienvenida. A veces los Estados Unidos pueden parecer algo confuso y extraño para ellos; su Iglesia nunca debería serlo.

Nosotros los católicos en los Estados Unidos somos a veces tentados a mirar a nuestra Iglesia como una institución o estructura burocrática, o una distante y fría organización de voluntariado. Nuestros católicos latinos quienes se nos unen ahora miran, en cambio, a la iglesia como una calurosa en invitante familia: Un hogar. ¡Ellos tienen razón!

Un reportero recientemente me pregunto: ¿"Usted cree que en el 2050 la Iglesia Católica en los Estados Unidos será la Iglesia hispana"?

"No", yo respondí. "Yo creo que será una iglesia más católica, ya que una vez mas habrá acogido y hecho sentir en su casa a otra rama de su familia".